Ávila concede a nuestra mirada la oportunidad de descifrar nuevos códigos y a nuestro mundo emotivo la ocasión de sentir una palpitación estética con la gracia lúdica de estos fantasiosos personajes. En esta producción ultima del artista podemos conjugar la admiración que siempre engendra en nosotros una obra bien terminada, pero también nos confronta con la cruda realidad social del niño desamparado por el sistema desequilibrado en la repartición de las riquezas , que solo le da permiso a estos desgraciados del destino a soñar gratuitamente con un mundo surreal e ingrávido…como quien logra ingenuamente conciliar la línea irregular del arrecife y la perfecta del horizonte sin percatarse del azul alucinante que los separa.